Si nos podemos alegrar al ver la angustia de los espaculadores y accionistas, no podemos hacer otra cosa que preguntarnos sobre el termino de "crisis" y sus impactos reales.

Hace varios meses que el mundo está conmovido por una crisis financiera ya generosamente comentada. Si nos podemos alegrar al ver la angustia de los espaculadores y accionistas, no podemos hacer otra cosa que preguntarnos sobre el termino de "crisis" y sus impactos reales.

Porque de crisis hablamos, o mas bien: ¿para quién hay una crisis?

Para l@s trabajador@s de la fabrica de Renault en Sandouville, seguro.

Para l@s trabajador@s american@s que ven sus jubilaciones desaparecer por capitalizacion, seguro.

Para l@s 40.000 más al paro en Francia, seguro.

Para l@s trabajador@s que tendrán que aguantar el chantaje de la recesión, seguro otra vez…

Pero los demas, aquellos de arriba, nuestros dirigentes, económicos y políticos, ¿qué es lo que ven de la crisis?

Porque, al parecer, nadie ha visto a Sarkozy revender sus Ray-Ban y Carla Bruni sus vestidos de Dior… Las clases dirigentes todavía no se comen sus corbatas y no se ha visto aún un patrón revendiendo sus stock-options sobre el mercado para pagar el alquiler.

Para llorar con los demas, sí que están: «qué mal que está la economía, va a ser muy duro…". No es por ofender a nadie, pero hace tiempo que nos dicen que todo va muy mal y que nos tenemos que sacrificar porque los tiempos son duros. El Estado no tiene más dinero, suprimen los funcionarios y privatizan. ¿No hay más plata para la Seguridad Social? Pues trabajen 41 años. Las empresas no son más rentables frente a la competencia: trabajen más y mejor.

Seguro que hemos dado y sacrificado un montón, pero ellos, los patronos y dirigentes, ¿qué tal? Parece que todo bien, tan bien que se podría creer que lo han aprovechado. Exoneraciones de cotizaciones, más de 30 mil millones por año; las PME (pequeñas y medianas empresas) encuentran dificultades, son 22 mil millardos de ayuda desbloqueados; aumenta el salario de los patrones del CAC 40…

Pero, al final, si se compara nuestra situación con la de ellos, ¿no hay como un pequeño problema? ¿Algo como una especie de ilegitimidad flagrante? ¿No serían los sacrificios nuestros el origen de sus beneficios? Y no ha acabado aún, lo que nos anuncian no parece del todo lindo: bajo la presión de la crisis, todo el dinero del estado pasa volando en los bancos por millardos, las cajas quedan más vacías y el desarollo económico va muriendo y nuestros empleos con él. Las ayudas van a bajar, ya que hay todavía demasiados parados… Eso sí que va a doler… ¿Y los patrones?

Unas «recomendaciones» para limitar los abusos pero sin limites verdaderos (dixit Parisot, la jefa del Medef, el sindicato patronal). Así que nada, como siempre, todo patrañas; «sermonear el capitalismo», dice Sarkozy, ¿pero qué quiere decir «sermonear»?

¿Puede el capitalismo tener otra ética que la de desarollar los beneficios de unos aprovechándose de los demás? ¿Se ha visto al capitalismo preguntarse algo sobre el tema de las desigualdades sociales y económicas o sobre la concentración de las riquezas?

¡No! Es el capitalismo quien permite que unos duerman en la calle mientras los demás acumulan las residencias o, a veces, los alojamientos de función.

¡No! Es el capitalismo quien ha creado esta crisis financiera y que tenemos que pagar nosotros hoy.

¿No será el capitalismo quien eligió sacrificar la educacion, la salud y la protección social para darlos a intereses privados y obtener beneficios, incluso si se tiene que pagar de nuestras vidas y derechos más elementales?

¿Y no es el mismo capitalismo quien empobrece los paises del Sur, robando sus riquezas, explotando a sus gentes en el Norte para los trabajos más penosos y luego los mandan a casa cuando ya no los necesitan más?

¿No será el capitalismo quien destruye poco a poco el planeta para beneficios inmediatos y quien empieza una guerra cuando la economía se descompone?

Los patrones, que defienden con tanta fuerza la economía de mercado como único modelo económico viable, rogando que se trabaje más y mejor por menos dinero para que sus stock-options vayan subiendo…

La lista podría ser interminable…

¿No habrá llegado ya el tiempo de que la gente pare de esperar de nuestros dirigentes que se «sermonee» o que se arregle el capiatalismo? ¿no habrá llegado el momento de cuestionar el capitalismo y luchar contra él de una vez por todas?

Nosotros lo tenemos muy claro y hemos elegido combatirlo donde sea. Primero en las empresas y lugares de trabajo, porque es de nuestro trabajo cotidiano que se nutre el capitalismo.

Luchar por mejores salarios para nosotros y que sean disminuidos para los dirigentes, por mejores condiciones de trabajo, por un reparto del tiempo de trabajo, para que se acaben las acosos en el trabajo, etc.

Luchar para que las riquezas sean mejor distribuidas, sin esperar una hipotética ley que nunca llegará, sin esperar que nos salve el gobierno…

Y esta lucha la trasladamos a las afueras del lugar de trabajo para cuestiones mas generales, como el tema de la salud, de la educación, de los servicios públicos de transporte o de las comunicaciones. Para que cada uno tenga una vida digna.

HACIA UNA HUELGA GENERAL Y LA UNIDAD DEL SINDICALISMO DE LUCHA DE CLASE

Y eso no por el medio de días de acción que no sirven para nada o por huelgas de un día que no hacen nada más que hacernos perder un día de salario para nada y dejar nuestros derechos irse uno por uno: frente a un capitalismo agresivo y una conciencia de clase bien establecida de nuestros jefes, estas huelgas de un día ya no tienen ningun impacto: lo que necesitamos es una respuesta masiva y determinada, una huelga que sea reconducible y unos sindicatos de lucha y de clase.

Y esta lucha la llevamos con todas las víctimas del capitalismo, de aquí o del extranjero, de Europa, de América, de África o Asia, sin fronteras ni cuestiones de papeles de identidad, de idioma, de color de piel, porque tenemos todos el mismo interés: el de recuperar lo que es nuestro, o sea lo que es necesario para vivir.

No nos tenemos que resignar, aunque haya presión, amenazas o represión.

No vamos a capitular, porque tenemos la esperanza de que otra sociedad es posible, más libre, más igualitaria. Nuestra arma es la lucha y es la unica que puede golpearles y obligarles a que nos devuelvan lo que se nos debe.

Nuestro instrumento, el único que puede estar presente cada día, donde se juegan nuestras vidas, es un sindicalismo de lucha que se atreve a enfrentarse con el Estado y el empresariado y que se atreve a afirmarse como revolucionario y libertario porque sostiene que otra sociedad es posible si se construye luchando, y con una lucha que es del día a día.

CNT Francia