El viernes, 4 de agosto de 2007, a las10 h30, nos están esperando a las puertas de la cárcel La Modelo, los miembros del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos (CSPP). Gracias a ellos, abren para nosotros las puertas del infierno carcelario colombiano.

La Modelo es una de las cuatro penitenciarías de Bogotá con los centros de La Picota, Buen Pastor, la Distrital y la UPJ.

En las paredes los eslóganes de las autoridades penitenciarias ("Su dignidad y la mía son inviolables") pretenden hacernos creer que el Estado colombiano respeta la dignidad de los presos. La realidad es del todo diferente.

En esta cárcel de alta seguridad, prevista en su origen para acoger a 1800 presos, se apiñan 5000 detenidos.

Existe una particularidad, al contrario de otros centros del país, aquí no hay separación entre los detenidos. Paramilitares (paracos), policías corruptos, narcotraficantes (narcos), detenidos sociales, camellos (dealers) y guerrilleros (los políticos) comparten las mismas celdas, los mismos patios.

El argumento de las autoridades es que la cárcel está para reconciliar a los enemigos de antes. Se puede adivinar el ambiente, en los patios, durante los paseos, los partidos de fútbol. Allí nadie se mezcla, todos tratan de ignorarse. Hace una semana, por poco un guerrillero fue matado por un paraco de las Águilas Negras. En junio del 2001, hubo peleas entre políticos y narcotraficantes que terminaron con la muerte de diez detenidos. Un año antes, 25 fueron muertos en enfrentamientos similares.

Otra particularidad con importancia para el día a día de los políticos, la Modelo es una de las pocas cárceles de Colombia donde los guerrilleros son minoritarios.

EL PROFESOR

Camilo, unos 50 años, profesor de filosofía, es el encargado de la formación ideológica en el seno de la guerrilla. Cayó hace unos quince años cuando recorría el país de ciudad en ciudad para dar sus clases. Le queda aún bastante tiempo, dada la acumulación de las diferentes condenas se llega a la locura de 185 años.

Desde el inicio de su encarcelamiento, su vida depende del compás de los cambios regulares del lugar de ”residencia”. Simplemente se puede decir que Camilo pasó por casi todas las penitenciarías del país. La presiones psicológicas, las torturas, las palizas, la imposibilidad de mantener contactos muy profundos con sus compañeros de celda. El objetivo es deshumanizar al individuo, humillarlo permanentemente. De la noche la mañana se le puede notificar que le trasladan a otra cárcel. En la Modelo, ¡el colmo!, tiene que compartir la celda con un paraco, un polizonte y un dealer de poca categoría. No se queja, por lo menos dispone de una cama. No es el caso de todos sus compañeros políticos. Algunos no tienen medios como para pagarse la cama a los jefes mafiosos que controlan los patios. Entonces sólo les queda como alternativa dormir en el suelo en los pasillos, las escaleras…

Sueños, Camilo los tiene aún. Uno consiste en volver a dar clases de filosofía, su pasión. También sueña en un intercambio de presos entre la guerrilla y el gobierno fascizante de Uribe. A la pregunta de saber si no teme por su vida en esta central donde los paracos son ultra mayoritarios, la respuesta está clara : SI. Todos le conocen y saben quién es.

DANI Y VICTOR... HUGO

Cambio del patio. Nos dirigimos hacia la ala 2A. Los carceleros nos hacen esperar casi una hora. El tiempo de sentir las miradas hostiles de los detenidos sociales en tránsito. Unas jetas rotas por la droga y la miseria. Los « sociales » dan miedo. Casi siempre son quienes se meten a sicarios sumándose a las filas de los paramilitares por algunos pesos. En el patio, se juegan rabiosos partidos de fútbol. La mayor parte de los 200 presos presentes son paracos, como nos lo van a confirmar luego los políticos.

A cierta distancia, un grupo de diez guerrilleros nos está esperando. Un joven de origen afro colombiano testimonia de las dificultades de detención. Los paracos y los « sociales » se benefician de un trato de favor. Pero con diferencia con el ala de Camilo, el filósofo, aquí en el patio 2A, los políticos son más numerosos y por lo tanto se imponen más.

Empezamos a charlar con Dany y Víctor Hugo. Ambos tienen unos 30 años y son oriundos de la misma región, Auraca en el Este del país. Las visitas son escasas, Arauca está lejos de Bogotá y las familias no tienen plata para pagarse el autobús (buseta) que comunica con la capital. La familia viene a ser el grupo de los compañeros.

A Dany y a Víctor Hugo les quedan todavía respectivamente uno y dos años. Héctor, 23 años, cona cara de bebé, tiene menos suerte, con seis años aún a cuestas. Víctor y Dany evocan su recorrido: la guerrilla, las chicas, las muertes, los compañeros, la familia, la esperanza …. Víctor esta muy marcado por la dificultad carcelaria de La Modelo que le imponen compartir celda con detenidos paracos. Entre estos, hay tres Águilas Negras con una condena por haber matado, entre otras personas, a su hermanito Antonio que tenía dieciséis años. Los paracos de las Águilas le asesinaron, con la técnica acostumbrada entre ellos, cortándole las manos y los pies, por el mero hecho de ser hermano de un guerrillero ...