El régimen de jubilaciones y pensiones, así como de Seguridad Social, no dejan de sufrir embites cada vez más violentos, que cuestionan los mismos principios de solidaridad y universalidad, que son sin embargo los cimientos que fundamentan la protección social en Francia.

Con el pretexto de luchar contra supuestos privilegios, el gobierno está disparando una andanada de ataques a las jubilaciones de los ferroviarios para así poder acosarnos a todos mañana, tanto los asalariados del sector público como los del privado. Recordemos que el paso a los 41 años de cotización para todos está previsto para el 2009, y luego a 42 años de cuotas en 2013. No obstante los privilegios reales no están donde nos lo señalan. Los patrones, sí, están liberados de cotizaciones sociales, un regalo de más de 200 millones de euros que se les está dando desde 1991.

¡Luego tienen la osadía de hablar del déficit de la Seguridad Social! ¡No hay tal déficit! Fue creado y profundizado artificialmente por las exoneraciones y regalos del Estado a la patronal para justificar el paso paulatino de un sistema de sanidad basado en la solidaridad para desembocar en los seguros privados, siendo el provecho lo que quita el lugar de la solidaridad.

DESTRUCCIÓN DEL SERVICIO PÚBLICO

Con 23.000 supresiones de puestos de trabajo en 2008, luego entre 50.000 y 60.000 previstos cada año a partir de 2009, con el agravante de contratos de duración indeterminada de derecho público en lugar del estatuto del funcionario, es la muerte anunciada del servicio público.

Las supresiones de empleos tendrán lugar en las escuelas, los colegios y los institutos, los hospitales, las administraciones, a expensas de los usuarios, cuando para luchar contra el desempleo y mejorar dichos servicios son contrataciones masivas las que necesitamos. Por tanto es la calidad de los servicios públicos ofertados la que va a degradarse en profundidad, siendo las clases populares las que van a sufrir las peores consecuencias, reforzando así las desigualdades sociales. El lugar del servicio público en una sociedad es el reflejo de las elecciones de la misma. Hoy por hoy va apareciendo una sociedad capitalista cada vez más desigualitaria y autoritaria.

¡¡¡PÚBLICO PRIVADO, TODOS VAMOS A PERDER!!!

Los ataques contra la protección social de los servicios públicos se añaden al cuestionamiento del código laboral, para precarizar mejor, con el menoscabo del derecho de huelga, para acallarnos mejor así como los ataques contra los extranjeros, para desviar mejor nuestra cólera contra los responsables reales de la situación social. Así se soslaya el que los trabajadores inmigrantes son también productores de riquezas, llenando con sus cotizaciones las cajas de la Seguridad Social y pagar las pensiones.

No obstante, otras soluciones existen. Sólo con el reembolso de las cotizaciones patronales que se dejan de entregar desde 1991 se podría colmar el déficit de la seguridad social. La contratación masiva de los jóvenes donde sea necesario permitiría que los mayores Pudieran acogerse a un retiro muy merecido. La tasación de los provechos de la especulación, el cese de los donativos a la patronal (exenciones, stock options y sus múltiples primas) se podrían invertir en los servicios públicos mucho más útiles para la población.

Todos estos ataques se hacen contra los trabajadores. Hay que oponerse a este gobierno que va enriqueciendo a los más ricos y empobreciendo a los asalariados.

En 1995, los tranviarios, los empleados del correo, los docentes y los asalariados del sector privado impidieron la aplicación del plan Juppé a la Seguridad Social. En 2006, los estudiantes de institutos y los jóvenes de las clases populares impusieron el abandono del CPE (Contrato Primer Empleo). La fuerza de los trabajadores es la movilización, la lucha y la huelga. Si nos atacan en todos los frentes, ¡tenemos que responder juntos! Hagamos del 18 de octubre la primera etapa de una movilización general contra ese gobierno al servicio de la patronal, ¡reafirmando nuestras elecciones de tipo de sociedad, como el reparto de las riquezas!

Para que ceda el gobierno, una jornada no basta. Hay que empezar a construir una huelga reconductible, mediante llamadas a asambleas generales interprofesionales.